La culpabilización es una función de la subjetividad capitalista.
Se propone siempre una imagen de referencia a partir de la cual debemos contestar cuestiones como:
«¿quién es usted?, ¿se atreve a tener opinión, en nombre de quien habla?, ¿qué vale usted en la escala da valores reconocidos en la sociedad? ¿a qué corresponde su habla?»
Nos vemos obligados a asumir la singularidad de nuestra propia posición con el máximo de consistencia.
Sólo que, es caso de hacerlos solos, esto es frecuentemente imposible pues una posición implica siempre un agenciamiento colectivo.
Por lo tanto, a la menor vacilación ante esa exigencia de referencia, se acaba cayendo automaticamente en una suerte de agujero, que hace que la gente comience a preguntarse:
«A fin de cuentas, ¿quién soy yo?, ¿será que soy un mierda?»
Como si nuestro propio derecho a la existencia se derrumbase.
Y uno piensa que lo mejor que puede hacer es callarse.
Se interioriza eso valores.
Instancias del super-ego.
Instancias de inhibición.
Al fin y al cabo somos seres sociales. Si no hay lugar donde dejar caer el discurso, o sea, si se tiene la sensacion de que nadie lo recibe, el pensamiento del individuo se pierde a la vez que se pierde su discurso. Hay que arrejuntarse y escuchar. Que no se pierda el pensamiento de ningun= por el camino!